Científicos usan ADN de Beethoven para dilucidar detalles sobre sus problemas de salud
En la época de Ludwig van Beethoven se acostumbraba a coleccionar mechones de personas famosas o seres queridos. Hoy, casi doscientos años después, un grupo internacional de investigadores logró reunir ocho mechones para estudiarlos.
Se
sabe que en 1827 sus fans y amigos se acercaron a su lecho de muerte y fueron
cortándole el cabello con tijeretazos hasta dejarlo casi pelado. De los
mechones obtenidos, uno fue imposible de analizar, otro pertenecía a una mujer
con genes de las poblaciones judías askenazi y los restantes seis eran idénticos
en su ADN pese a proceder de distintos lugares. Esa razón ayudó a los
investigadores a estar seguros de la muestra.
Beethoven
es considerado uno de los compositores más importantes e influyentes de la
música clásica y romántica. Nació en Bonn, Alemania, en una familia de músicos
y desde temprana edad demostró un gran talento musical. Durante su carrera,
Beethoven compuso una gran cantidad de obras de música clásica,
incluyendo sinfonías, conciertos, óperas, música de cámara y sonatas para
piano. Algunas de sus obras más famosas incluyen la Novena Sinfonía, la Sonata
para piano n.º 14 “Claro de Luna” y la ópera Fidelio.
El
compositor sufrió de muchos problemas de salud a lo largo de su vida,
incluyendo una pérdida auditiva progresiva que lo dejó completamente
sordo. Se vio frecuentemente atormentado por el dolor y la mala salud, a veces
se desesperaba y pensaba en el suicidio y otras dejaba de componer.
Reflexionaba angustiosamente en estas aflicciones, especialmente en su sordera,
y esperaba que algún día se comprendieran las razones y se hicieran públicas
las explicaciones a sus dolencias.
El
análisis del cabello reveló niveles de plomo cien veces superiores a los
normales, una enorme predisposición a las enfermedades hepáticas y un ADN con
rastros de hepatitis B. Aunque no era bebedor, Ludwig habría fallecido de una
cirrosis hepática producida por esta hepatitis.
¿Cómo
fue el procedimiento?
Extraer
y analizar el ADN de los restos de una persona muerta u otro animal— es todo un
desafío, es mucho más complejo que hacerlo de tejidos vivos. Por lo general,
las mejores fuentes de ADN a partir de restos humanos son los dientes y el
hueso petroso del cráneo, pero el equipo no disponía de ninguno de los huesos o
dientes de Beethoven.
Como
parte del trabajo, los científicos intentaron relacionar el genoma de Beethoven
con los de los miembros vivos del linaje Beethoven. Para ello se centraron en
el cromosoma Y, que solo se hereda en la línea masculina, y sigue un
patrón similar al de los apellidos en la mayoría de las tradiciones europeas.
Cinco
hombres apellidados Beethoven aportaron sus muestras de ADN. No estaban
estrechamente emparentados entre sí y vivían en la actual Bélgica, de donde
proviene el apellido. Todos compartían esencialmente el mismo cromosoma Y, lo
que podría atribuirse a la descendencia de un antepasado masculino común: Aert
van Beethoven (1535-1609).
La
sorpresa que se llevaron los investigadores fue que los mechones de Ludwig van
Beethoven tenían un cromosoma Y diferente. Tras considerar otras
explicaciones, dedujeron que en algún momento de las siete generaciones entre
Aert y Ludwig, el padre de alguien a efectos sociales y legales no era su
padre biológico. Pero no pudieron descifrar, basándose en las pruebas
disponibles, de qué generación podría haber sido.
De
acuerdo con el análisis del genoma secuenciado de Beethoven, los científicos
concluyeron que no hay ninguna causa genética que justifique su sordera, pero
encontraron que se había infectado por Hepatitis B, un virus que afecta
severamente el hígado y puede provocar hepatitis vírica crónica, cirrosis
hepática y el carcinoma hepatocelular primario.
Durante
muchos años sufrió problemas de salud hepáticos y gastrointestinales —dolor y
diarrea—. Pese a que muchos sostenían que podía ser especialmente susceptible
genéticamente a afecciones gastrointestinales -en particular a enfermedad
celíaca o la intolerancia a la lactosa— los investigadores encontraron que, de
acuerdo con su genoma, tenía genes familiares que lo protegían contra el síntoma
de intestino irritable o colitis, una afección que podría agravar su estado
de salud, pero que no fue la causa de su muerte.
La
base de investigaciones anteriores concluía que Beethoven había sufrido
envenenamiento por plomo y estos resultados demuestran que esta conclusión ya
no es válida. Era de conocimiento que Beethoven sufría ataques de ictericia y
la investigación ha demostrado que tenía dos copias de una variante particular
del gen PNPLA3, que está relacionada con la cirrosis hepática. También tenía
copias únicas de dos variantes de un gen que causa hemocromatosis, una
enfermedad que daña el hígado.
Los análisis también revelaron que Beethoven se infectó con el virus de la hepatitis B en los últimos meses de su vida (y quizá antes). Además, el consumo de alcohol pudo haber agravado el riesgo de enfermedad hepática de Beethoven. Revisaron detenidamente los registros y llegaron a la conclusión de que el consumo de alcohol de Beethoven probablemente no era excepcional para la época y el lugar, pero aun así podría haber alcanzado niveles que ahora se consideran perjudiciales. A pesar de todos sus problemas, Ludwig van Beethoven continuó componiendo hasta su muerte, dejando un legado duradero en la música clásica.
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