Llegar a poder saber lo que está pensando una persona parece un relato de ciencia ficción sin embargo es posible y es un resultado de los avances en tecnología. Hoy estamos cada vez más cerca de revelar los secretos del cerebro y encontrar vacíos legales y éticos.
Hace años se creía que iba a llegar el momento de poder extirpar la mente del cerebro humano y que toda esa información se pudiera transferir a una computadora. Ahora Facebook, Microsoft, Elon Musk y grandes compañías tecnológicas están invirtiendo importantes sumas de dinero para descifrar la mente humana.
“Todo fluye, todo cambia, nada permanece”.
Por esa razón es necesario analizar de manera crítica los cambios y avances tecnológicos que se están produciendo para repensar hacia dónde queremos ir y a dónde queremos llegar. Habrá que planificar y/o poner en práctica un proyecto que en base a nuestra forma de pensar, a nuestros modos de ser y a nuestra forma de vivir nos permita obtener una mejor calidad de vida.
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Se supone que dentro de unos años todos los rasgos de la vida mental de una determinada persona podrán ser simulados por programas de computación. Por eso es importante que pensemos hasta dónde debemos llegar en nombre de la información.
Un proverbio africano dice que: “Un anciano que muere es una biblioteca que se quema”. Perder los conocimientos, las historias de vidas y anécdotas de cada persona que se va de éste mundo es lamentable, no obstante en caso que todo eso se pudiera mantener o guardar ¿no implicaría un delito?
El deseo de querer “conservar”, “recuperar”, “archivar”, “extraer” la información mental de una persona, ¿no es atentar contra la privacidad y la intimidad? Reglamentar y controlar esa “posible práctica” sin dudas traerá sus inconvenientes, para no decir “caos” y sonar apocalípticos.
*Nota de inspiración
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